Todos sabemos que es vital beber agua, pero a veces no entendemos hasta qué punto, ni alcanzamos la cantidad diaria recomendada.

El vínculo que existe entre la hidratación y la salud cardiovascular es importante y, teniendo en cuenta que la enfermedad cardiovascular es una de las principales causas de muerte en el mundo, no está de más prestarle un poco más de atención y asegurarnos esa ingesta óptima.

Hidratación y salud cardiovascular

Hay varios aspectos a tener en cuenta, todos ellos bastante gráficos y fáciles de imaginar.

Viscosidad de la sangre

La sangre está compuesta en gran parte por agua, de modo que cuando no bebemos suficiente agua y entramos en una ligera deshidratación, disminuye el volumen del plasma (la parte líquida de la sangre).

¿Y qué ocurre cuando disminuye la parte acuosa de una substancia líquida? Que se concentra, es decir, aumenta la viscosidad de la sangre, así como el fibrinógeno y el hematocrito.

  • El hematocrito mide el porcentaje de glóbulos rojos en el volumen total de sangre. Cuando una persona está deshidratada, aumenta el porcentaje relativo de glóbulos rojos en la sangre, elevando así el valor del hematocrito.
  • El fibrinógeno es una proteína que desempeña un papel crucial en la coagulación sanguínea. Puede salvarnos la vida en caso de sufrir una herida grave, pero un aumento de fibrinógeno en un contexto de deshidratación puede contribuir a un mayor riesgo de formación de coágulos.

Esfuerzo cardíaco

Todo esto tiene una consecuencia directa, que es un mayor esfuerzo cardíaco. Al corazón le cuesta más bombear esta sangre más densa y en consecuencia tiene que latir más rápido.

Por supuesto en una persona joven y sana será algo transitorio y no ocurrirá nada, pero un corazón tocado podría sufrir innecesariamente.

Distribución de oxígeno y nutrientes

La sangre, al circular con más dificultad, es menos eficiente a la hora de realizar su función principal: transportar oxígeno y nutrientes a todas las células del cuerpo.

Esto puede afectar a los distintos órganos, con consecuencias a nivel físico y cognitivo.

Tensión arterial

Para compensar el menor volumen de sangre, se produce una vasoconstricción de los vasos sanguíneos (se contraen), lo que lleva a un incremento de la presión arterial.

El mecanismo está mediado por el sistema renina-angiotensina-aldosterona (SRAA), que es fundamental en la regulación de la presión arterial, y funciona de la siguiente manera:

  1. Ante una reducción del volumen sanguíneo por falta de hidratación, la renina, liberada por los riñones, convierte el angiotensinógeno en angiotensina I, que posteriormente se transforma en angiotensina II, un potente vasoconstrictor. Esa constricción de los vasos sanguíneos eleva la presión arterial.
  2. Además, la angiotensina II estimula la liberación de aldosterona, una hormona que promueve la retención de sodio y agua en los riñones, lo que ayuda a recuperar el volumen de líquidos y, al mismo tiempo, contribuye también al aumento de la presión arterial.
  3. También se activa la liberación de vasopresina (hormona antidiurética) que aumenta la reabsorción de agua en los riñones.

Se trata de mecanismos compensatorios que buscan estabilizar el volumen de sangre para que todo siga funcionando a pesar de la falta de hidratación, pero pueden provocar un aumento de la presión arterial en casos de deshidratación severa, y una presión arterial elevada actúa en detriemento de la salud cardiovascular.

Perfil lipídico

Se ha observado que una ingesta adecuada de agua mejora los niveles de colesterol HDL, lo cual sugiere una relación positiva entre la hidratación y el metabolismo lipídico. En un estudio con 2.238 participantes cuya media de edad era 70 años, los triglicéridos en sangre fueron significativamente menores entre las personas con una mayor ingesta de agua.

Hay muchos otros factores importantes que afectan al perfil lipídico, algunos de ellos genéticos y difícilmente modificables, pero si algo tan sencillo como beber suficiente agua puede ayudarnos, bienvenido sea.

¿Cuánta agua deberíamos beber cada día?

Hay una fórmula adaptada a cada persona, que conocí gracias a Marc Vergés y que es la siguiente:

(Peso en kg + 40) x 24 = ml de agua.

Por ejemplo, para una persona que pese 60 kg:

(60 + 40) x 24 = 2400 ml, que son 2.4 litros de agua.

Las frutas y las verduras aportan una pequeña cantidad de agua, pero es importante que el grueso sea agua, preferiblemente filtrada. Las infusiones (excepto el té negro) y los caldos también contribuyen.

El alcohol y un exceso de café nos deshidratan.

Bibliografía