Los arándanos son una fruta del bosque a la altura de su fama: potentes, deliciosos y delicados. Pero duran poco, por eso es importante saber cómo conservarlos, ya sea frescos o congelados, para disfrutar al máximo de su sabor y propiedades.

El mejor momento para comprarlos 

La temporada natural de los arándanos suele concentrarse entre mayo y julio, aunque puede alargarse de abril a septiembre en función de la variedad y zona de cultivo. Todos los productores suelen tener plantas de diferentes variedades que maduran a medida que avanza la temporada, así la cosecha es más escalonada. Este 'cambio de variedades' no es algo que anuncien o que tú vayas a percibir, porque el sabor es muy similar.

Durante estos meses es habitual encontrar arándanos ecológicos, procedentes de fincas pequeñas y bien cuidadas. En España están perfectamente aclimatados a la cornisa cantábrica, aunque hay productores también en el Pirireo y Andalucía.

Yo procuro comprarlos ecológicos. Las frutas del bosque son delicadas, por lo que a menudo es un cultivo que, en su versión convencional, puede contener unos niveles más elevados de pesticidas. Además se consumen con la piel.

Aquí tienes un listado de productores que envían arándanos y otras frutas del bosque a domicilio.

fuera de temporada

Fuera de temporada, los arándanos que encontramos en supermercados suelen proceder de países como Perú, Chile o Argentina. Aunque siguen siendo una opción, su textura y sabor pueden verse alterados por los días de transporte y conservación en frío.

En Europa existe una regulación de la calidad de los productos importados por parte de la Comisión Europea (Reglamento (UE) 2017/625), y en el caso de España, existe también el control en frontera que lo realiza el Servicio de Inspección SOIVRE.

En todo caso, siempre revisa bien el etiquetado -origen y tipo de cultivo- y decide si quieres comprarlos o no.

arándanos bonitos y arándanos peculiares

Después de la cosecha, los arándanos son revisados uno a uno y clasificados según su tamaño, firmeza y aspecto exterior.

  • Los más bonitos y firmes, con buen calibre y piel intacta, se destinan al consumo en fresco. Son los que encontramos en bandejas bien presentadas, perfectos para comer directamente o utilizar en recetas donde se busca fruta entera, jugosa y con cierta textura.
  • Los que presentan una consistencia más blanda, menor firmeza o pequeñas imperfecciones, se reservan para la transformación alimentaria: zumos, compotas, mermeladas... Aunque siguen siendo perfectamente comestibles, su calidad sensorial no es la misma. Se rompen con más facilidad, sueltan más jugo y no aguantan igual en preparaciones donde se necesita que la fruta mantenga su aspecto.

Por eso, si alguna vez encuentras arándanos más blanditos o irregulares, no los descartes: son igual de sanos y te irán de maravilla para preparar batidos, helados, salsas, pasteles o lo que se te ocurra.

Hay algunos productores que incluso venden esos arándanos más feúchos a un mejor precio, lo que me parece una idea brillante.

Qué hacer si los compras a granel o recién cosechados

Estos arándanos suelen venir directamente del campo. El productor los ha revisado, sin duda, pero durante el transporte alguno puede haberse visto afectado, así que haz una revisión rápida y retira los frutos dañados o demasiado maduros, que podrían acelerar el deterioro del resto.

Mi hijo cosechando arándanos en El Cierrón

Este es mi hijo en agosto de 2024, cosechando sus propios arándanos de las plantas originarias de El Cierrón, en Asturias.

Cuánto tiempo dura la fruta en fresco

Los arándanos frescos pueden conservarse en la nevera entre 7 y 14 días si se almacenan correctamente, aunque esta duración depende del punto de madurez en el momento de la compra y de cómo se manipulen después. 

Lo ideal es guardarlos en un recipiente amplio y bajo (las cajas de cartón que utilizan muchos productores van genial). Es mejor no taparlos completamente, para que circule el aire y se evite la condensación, que acelera la aparición de moho (esas cajas tienen agujeritos en la parte superior).

Algunos arándanos frescos que se venden en supermercados vienen envasados en atmósfera modificada (MAP), un sistema que sustituye el aire del interior del envase por una mezcla de gases que prolonga su frescura durante la distribución. Si ves en la etiqueta frases como “envasado en atmósfera protectora”, no abras el envase hasta el momento de consumirlos. Una vez abierto, consérvalos como fruta fresca convencional.

¿Hay que lavar los arándanos?

Si costumbras a lavar la fruta cuando llega a casa tienes que saber que con los arándanos conviene esperar, incluso si tienes pensado congelarlos. Para conservarlos bien, lo mejor es no mojarlos hasta el momento de consumirlos.

Según Juan Carlos García Rubio, ingeniero técnico agrícola y productor de El Cierrón, un aspecto esencial es no lavarlos antes de tiempo.

Los arándanos tienen una capa protectora natural llamada pruina, una fina película cerosa que recubre la piel y actúa como barrera frente a la humedad, bacterias y hongos. Cuando se lavan antes de consumir, esa capa se elimina y la fruta queda más expuesta al deterioro.

Además, la humedad favorece la aparición de moho, especialmente si luego se almacenan en frío. 

Por eso, si quieres que duren más tiempo en buen estado, lo mejor es almacenarlos secos, sin lavar y en la nevera, en un recipiente amplio y con buena ventilación.

¿Y si son ecológicos? Si proceden de un productor de confianza y sabes que no han sido tratados ni manipulados en exceso, lavarlos depende de ti (yo sí lo hago).

Cómo lavar los arándanos

Lava los arándanos justo antes de comerlos y con cariño, no necesitan más que agua fresca. Puedes ayudarte de un bol o un colador. Sécalos (si quieres) con un paño limpio o papel de cocina.

Existen unas lejías alimentarias que se diluyen para desinfectar frutas y verduras. Es una práctica válida cuando se busca una higiene más estricta, pero en el caso de los arándanos no suele ser necesaria ni recomendable, ya que su piel es muy delicada y puede dañarse con este tipo de tratamientos.

En todo caso, en España, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) señala que, si se opta por usar lejía, debe ser apta para la desinfección de agua de bebida y utilizarse siempre siguiendo las instrucciones del fabricante.

Otra opción es el uso de bicarbonato. Un estudio publicado en 2017 mostró que lavar manzanas con una solución de agua y bicarbonato ayudaba a reducir ciertos residuos en la piel. Pero hay que tener en cuenta que el estudio se hizo con manzanas, que tienen una piel mucho más gruesa que la de los arándanos. En frutas tan delicadas, un remojo prolongado puede alterar la textura y hacer que pierdan parte de sus compuestos antioxidantes. Si decides usarlo, que sea sólo durante unos segundos, justo antes de consumirlos, y siempre aclarando bien con agua fría.

Cómo congelar los arándanos

Si tienes una buena cantidad de arándanos (yo los compro por kilos, literalmente hablando) y no vas a consumirlos pronto, puedes congelarlos sin problema, siempre que estén secos, enteros y en buen estado.

No los laves antes de congelar: la humedad altera su textura y favorece la formación de escarcha.

Este sistema evita que se apelmacen entre sí y te permite usar solo los que necesites, sin descongelar todo el lote.

Los arándanos congelados pueden conservarse entre 8 y 12 meses, siempre que se congelen correctamente y se mantengan a una temperatura constante de –18 °C. 

Una opción práctica, si los compras en cajas de cartón con orificios, es congelarlos directamente en su envase, siempre que los frutos no estén amontonados. Si los vas a consumir en pocas semanas, puedes dejarlos ahí.

Para más tiempo, lo ideal es traspasarlos a uno o varios recipientes con tapa, de vidrio o acero inoxidable, para protegerlos del hielo y de posibles olores del congelador. 

Durante ese tiempo, conservan bien su sabor y sus propiedades nutricionales.

Según varios estudios, la congelación puede ser una de las formas más eficaces de mantener sus compuestos antioxidantes. En una publicación realizada en la Universidad de Nueva Gales del Sur (Australia), se vio que los arándanos congelados a -20 °C durante tres meses mantenían  niveles de antocianinas muy similares a los frescos. En cambio, cuando se sometían a deshidratación, perdían entre un 40 y un 50 % de estos compuestos 

Otro estudio, esta vez en la Universidad Estatal de Dakota del Sur (EE. UU.), observó incluso un pequeño aumento en la concentración de antocianinas durante los primeros 66 días de congelación. 

Esto resulta especialmente interesante, ya que son una de las frutas más ricas en estos pigmentos con acción antioxidante. Ahora bien, este aumento no implica que el fruto se enriquezca con el tiempo, sino que el hielo rompe las paredes celulares y facilita la extracción de estos compuestos en laboratorio. A partir de ese punto, los niveles comienzan a descender de forma gradual, probablemente porque los pigmentos migran hacia el hielo que se forma en la superficie.

¿Y si los compras congelados?

Si optas por arándanos que ya vienen congelados, conviene revisar bien el etiquetado: comprueba el origen, el uso recomendado (consumo directo, repostería, cocina, etc.) y las condiciones de conservación. 

Cómo descongelar los arándanos

Cuando los vayas a consumir, pásalos del congelador a la nevera y déjalos allí unas horas, o sácalos directamente si son para comer al poco rato.

Es normal, por su contenido en agua, que su textura cambie y se vuelvan más blandos una vez descongelados.

Nunca un arándano descongelado tendrá la misma textura que un arándano fresco. Igual que si congelaras un tomate o una hoja de lechuga.

Pero el sabor sigue siendo fantástico y también conservan muchas de sus propiedades (depende de los días que pasen entre la cosecha y la congelación).

En los meses de calor, yo los añado directamente al bol del desayuno (o del postre). Se descongelan en un momento y están buenísimos: son como pequeñas bolitas de helado de arándanos.

Si los vas a utilizar en recetas cocinadas, como compotas o mermeladas, o incluso bizcochos, puedes agregarlos directamente congelados, sin necesidad de descongelarlos antes. 

No se deben volver a congelar alimentos descongelados, a menos que se hayan cocinado previamente.

Esto es especialmente importante por razones de seguridad alimentaria: cuando un alimento se descongela, su temperatura sube y puede favorecer la proliferación de microorganismos. Si se vuelve a congelar sin pasar por cocción, el riesgo de contaminación aumenta, aunque no se note en el aspecto o el olor.

Cuándo no deberías comerlos

Aunque los arándanos suelen conservarse bien si se almacenan correctamente, también se pueden estropear, claro, como cualquier alimento.

Si tienen moho visible, aunque sólo sea en una baya, lo más seguro es desechar toda la porción afectada. También conviene evitarlos si están muy blandos, pegajosos o sueltan líquido, ya que eso indica un deterioro avanzado.

Otro signo de alerta es un olor agrio o fermentado, señal de que han comenzado a descomponerse.

Por último, si han sido descongelados accidentalmente y no se han consumido a tiempo, tampoco se deberían volver a guardarse ni congelarse de nuevo, puesto que se ha roto la cadena de frío.

Foto de Pranav Madhu en Unsplash.